Louis vivía una vida ordinaria, pero en un lugar extraordinario. Su familia, junto con muchos otros, eran encargados de cuidar la fortaleza de Bourbon-l'Archambault, uno de los tantos castillos pertenecientes a la corona de Francia. No era el mejor de los trabajos, pero al menos ponía un techo sobre sus cabezas y les daba una vida tranquila. Hasta donde el sabía, la Corona había dejado en el olvido que l'Archambault alguna vez haya existido, lo cual le parecía bastante bien. Eso fue antes de que el Delfín, Príncipe Harry, llegara para quedarse por el verano y decidiera que quería experimentar la vida de un campesino, claro que solo para su crecimiento personal, sin conocer cuánto afectaría a los demás. Después de pasar un verano juntos, la idea de separarse era demasiado para soportar y llegaron a un acuerdo: Louis pretendería ser un duque en la corte de Versalles por una temporada, si después de tres meses se sentía miserable, Harry le dejaría regresar a su vida en la granja sin poner objeción alguna. ¿Ellos de verdad pensaron que sería tan simple?