El patriarca Yiling esta muerto. Las noticias corren como el viento. Pronto llegan a los oídos de Lan WangJi, lo lamenta, pero ya es tarde, no hay nada más que hacer. Sólo queda seguir su camino, un camino oscuro que poco a poco va siendo iluminado por la tierna sonrisa de su hijo, lo único que le queda de Wei Ying.