No sé en que momento empezaste a ser el viento, solo sé que soplaste y de repente todo se había alzado. Cada pliegue de tu piel es una ola, todas las hendiduras de tu cuerpo la comisura de una sonrisa. Llegué a tu orilla cuando estaba dormida, te di la mano y cerré los ojos. Cuando era pequeña y jugaba a tener poderes yo era el viento, frío e iracundo; me equivoqué cuando te conocí y tu brisa cálida llegó a mi orilla. tú eres el viento más cálido que sopla y yo soy el fuego más frío que quema