12 Части Текущие Yo, el Dr. Samuel Ashford, psicólogo infantil, había pasado más de una década ayudando a pequeños que se debatían entre los oscuros laberintos de sus mentes. Pero nunca había sido testigo de algo como esto.
La ciudad de Hollowbrook, con sus calles estrechas y sus casas de techos bajos, siempre había sido un lugar tranquilo. Un lugar donde nada fuera de lo común ocurría. O al menos, eso pensaba hasta que el teléfono de la clínica sonó esa mañana. Una llamada que cambiaría mi vida para siempre.
Un niño de siete años, Noah, había llegado al consultorio con una historia que parecía salida de una película de terror. Decía que su amigo imaginario, un hombre alto y extraño, le hablaba en la oscuridad de su habitación. Describía al hombre con tanto detalle que era imposible no visualizarlo: una figura delgada, de ojos oscuros y sin rostro, que lo observaba desde las sombras. El niño hablaba con tal convicción, con una calma que sólo un adulto podría tener al contar una experiencia real, que me hizo cuestionar mis propios prejuicios.
"Él me dijo que me protegería, pero sólo si hago lo que me pide", dijo Noah, con los ojos tan vacíos como si no fuera un niño de siete años, sino un hombre atrapado en la tormenta de su propia mente.
Mis noches se llenaron de insomnio, mi mente dando vueltas, tratando de conectar los puntos, buscando una razón lógica. Pero cuanto más investigaba, más me adentraba en algo que parecía escapar de la razón misma. Los padres de los niños, desesperados, comenzaron a reportar comportamientos extraños, ataques violentos, y una creciente sensación de inquietud en sus hogares. El aire estaba cargado de algo que no podía identificar, una tensión palpable que me dejaba con una sensación de náusea.
La pregunta no era cómo tratar este caso, sino si era posible detener lo que ya había comenzado.