Ninguno había apartado de la mirada del otro, Charles, sintiendo las fluidas notas de aquella canción, sintió crecer un poco más su sensualidad, y tomando más atrevimiento, hizo un gesto con el dedo índice, dándole la clara señal al otro para que se acercara. El cobrizo, sonrío de lado ante tal acción, abandonó su asiento y se encamino a la barra. El castaño, al notar que su adonis se dirigía hacia él, tembló ante emoción de saber que su exquisita noche apenas comenzaba.