Escapar se me daba muy bien, hasta puedo decir que me convertí en una experta. Ya no era la misma chiquilla que huyó de su casa desesperada para sanar su corazón. Ahora era una adulta con responsabilidades y un carácter un tanto complicado. Me fui como una nena de papás ricos y volví con mi propia riqueza. Ya no era Affie. La adolescente que él lastimó. Todo había vuelto a su normalidad hasta que el destino vuelve a ubicarlo en mi camino. Todo se convierte en caos, peleas y desacuerdos. Tengo dos opciones: me quedo y afronto la situación como la gran mujer que soy, o huyo tal cual hace unos años. Y debo decir que vivir viajando es mejor opción que vivir con Roma Mirtoglu.