A veces, la vida es gris, monótona, rutinaria. Y uno tiene dos opciones: resignarte y acostumbrarte o lanzarte a un cambio. La verdad es que para Orión Gardona, el cambio ni siquiera era una opción. Le gustaba ser así, diferente a sus hermanas, tranquilo en comparación a los chicos promedio de su edad; centrado en la universidad y enfocado en todo lo que tuviera que ver con su carrera. No quería más, no le llamaba la atención ningún tipo de alteración a su atractiva monotonía. Le gustaba la estabilidad de su vida aburrida, como su melliza le diría; le gustaba su pequeña burbuja decolorada. ¿Por qué tendría que añadir un elemento más a su perfecta ecuación?
La cosa es que la vida, a veces, también te pone enfrente lo que no sabes que necesitas. Te lo suelta de sorpresa, así como la llegada de Iris Beulieu a su habitación, en medio de la noche, borracha... Pero como un rayo de luz y esperanza.