Fue su voz tan grave y oscura la que lo cautivó o quizá no, tal vez fue el peculiar color rojo en sus pupilas los que captaron su atención, no estaba seguro pero la fría mirada a diferencia de las otras no le provocaron ese revoltijo en el estómago, todo lo contrario. Pero había un problema y es que desde que entró se corría el rumor de que el aula C tenía un temible secreto. Por las noches desaparecían los alumnos que cruzaran por ahí. Puede que esa fuese razón suficiente para que Itachi descartara la idea de seguir al ojirojo, pero el hecho de haber caído en su mirada fue como el antídoto para que ignorara por completo las advertencias anteriores, como si esos ojos lo hubieran atrapado cuan corderillo. Oh, ese profundo carmesí.