Tomoya Michiko.
Sin más, agarré la mochila pasándola sobre los hombros, y caminando hacía la puerta principal. Dentro de poco iniciaría el Exámen del Cazador, y tengo que estar ahí lo más pronto posible.
-¿A dónde se dirige, señorita Michiko-sama? -escuché que preguntaron a mis espaldas.
Miré sobre mi hombro. A un costado de las escaleras se encuentra el mayordomo principal de la familia Tomoya.
-¿Acaso no te has dado cuenta que voy de salida? -le respondí mientras reiniciaba el camino agarrando con fuerza las correas de mi mochila.
-Lo siento, señorita. Pero los señores Tomoya han dejado muy en claro que no tiene permitido salir el día de hoy -me respondió con el mismo tono monótono de siempre.
Paré en seco y me di la vuelta, observando al señor que se ha hecho cargo de mi durante 11 años; con una apariencia igual a la de Gohto; contextura física alta y delgada, su cabello negro recogido en una pequeña cola de caballo, de apariencia pálida y sin chiste, con su común traje negro impecable, con los ojos vacíos y opaco, nada que envidiarle a un muerto.
-Al parecer, a padre se le olvidó mencionar que me ha enviado a cumplir una tarea -a tientas agarré el pomo de la puerta con los dedos de mis manos-. Estaré algo alejada de la casa, así que volveré tarde.
-Disculpe las molestías, señorita Michiko-sama -con la mano en el pecho, se inclinó en modo de disculpa-. Lamento no estar a tanto de sus actividades asignadas.
-No pasa nada, pero ten en mente esto -abrí de golpe la puerta principal, los rayos de sol me dieron lo que sería la bienvenida a esta nueva aventura-. Creo que soy lo suficientemente mayor para estar siempre aquí, Katashi-kun.
Y sin más, me fuí.