AU. Izuku nunca reconoció el color característico del amor, su vida era un matiz de grises, pero nunca rojo. Ese color que todo el mundo asociaba al amor y la pasión nunca sería visible para él. O eso pensó hasta que se encontró con los vibrantes carmesíes del Eijirou y lo reconoció. Por primera vez pudo verlo; ese color asociado al amor, a la pasión, a sangre, a la vida. Estuvo en los breves segundos que duró su mirada clavada en los del otro y finalmente lo entendió, eso era rojo. Eijirou Kirishima fue su rojo.
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