Matthew se aclaró la garganta.
- ¿ Matthew? - murmuró el presidente.
- ¿Me mando a llamar, señor? - preguntó rigiendo bien su cuerpo. Con compostura.
- Sí, sí...ven pasa.
Abrió un poco más la puerta, y entró. Bajo la cabeza, sin querer ser indiscreto. El presidente, aquel hombre con problemas, fumaba aquel Derby, disfrutándolo al máximo.
- Un avión vendrá por ti, hoy. - habló por fin. Mirando a la ventana.
- ¿Para qué, señor?
- Te irás. Lejos. - se volteó para mirar su expresión. Le jodía que Matthew lo dejara. Era el mejor recluta que tenía. - estamos en guerra, Espinosa. Mi familia corre peligro y...
- Tengo que quedarme, señor. Sabe que me necesitara. - Matthew golpeó la madera maciza de la mesa. Fuerte.
- No, no...está bien. Sé que quieres cumplir con tu deber. Pero yo podré con esto solo. Te necesito para otras cosas, Matthew. - tragó saliva. Asustado, y afligido por todo lo que ahí estaba pasando. - necesito que cuides a mi hija.