El dobladillo del vestido me incomodaba un poco, mi estomago se retorcía de los nervios y mis manos me sudaban. Robert notó esto de inmediato, tomándome por la cintura y atrayéndome hacía él, mientras sonreía falsamente. -Tranquila, no te van a morder-susurró a mi oído, -puede que ellos no, pero yo sí. Aguanté la risa que quería salir. Di mi mejor pose mientras Robert me sostenía en sus brazos para evitar que me cayera por los tacones. Los fotógrafos nos seguían con sus lentes, sofocándome. -No me sueltes.-Dije -Nunca.