Catalaia siempre ha vivido bajo la tiranía de su hermano y la maldición de lo que es llevar su apellido. Tras la muerte de sus padres, su hermano quedó a cargo de ella y de la herencia familiar llevándolos al borde de la ruina con sus despilfarros. Solo le quedaba una alternativa para salvar el patrimonio y el apellido que los distinguía, vender a su hermana al mejor postor. La vida de Catalaia cambia completamente cuando es vendida y comprada por un plazo de cincuenta y dos semanas por un hombre sadico y sin escrúpulos al que solo le importaban dos cosas, dinero y poder.