La soledad era su compañera... Otra vez. Cuando su esposo falleció, Sofía soñaba a menudo con morir para estar junto a él de nuevo y decirle cuánto lo extrañaba. Sus miedos e inseguridades estaban a flor de piel y no podía esconderlos, la casa en la que vivía solía ser el constante recordatorio de lo que alguna vez fue su vida, así que tomó la dura decisión de mudarse a Buenos Aires y empezar de nuevo. Arrastrando su pesar, pudo encontrar en la bulliciosa ciudad un departamento hermoso a un precio tentador para instalarse de inmediato, salvo que tenía un pequeño detalle: al final del pasillo, colgaba un espejo de gran tamaño del cual no podía despegar la mirada.All Rights Reserved