—Al principio —comencé a hablar con mi voz temblorosa, ésta se reguló al rato —, solo podía sentarme en el escritorio de mi habitación y golpetear con un lápiz sobre la libreta. Lo único que pude avanzar en dos semanas fue el título, así que por días y tardes estuve ahí, estática, admirando las palabras “Mi Héroe” sobre el papel. Por un momento incluso creí no tener ninguno, lo que de cierto modo me asustó. Fue entonces que lo conocí a él, Noah Miller. Tal vez este no sea un ensayo estrictamente como se me indico redactar, pero a cambio les daré el honor de saber su historia, nuestra historia…
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