En este libro de solo 10 páginas se concluye que no tenemos libre albedrío. Algo que nos desborda totalmente nos empuja inevitablemente a existir y desear de cierta y determinada manera. Eso que llamamos deseo no viene de nosotros, sino de ese empuje universal expresado en nosotros en forma de apetito. Luego, el suicidio no existe, quien se suicida es empujado a ello por una causa externa que lo abomina y le gana el pulso. La sociedad lo asesina. Con esto queda clara la falsedad de la tesis de que los seres humanos tengan un impulso autodestructivo «impulso de muerte». La explicación de la violencia es que el empuje libidinal puede arrastrarnos en una persecución de imágenes de placer (de eso se provecha el porno) de las cuales nos enamoramos cayendo en la desdicha de no poderlas poseer. Ese estado se llama represión. Ese estado reprimido conduce a una guerra de todos contra todos y, finalmente a la muerte. Ese estado desdichado se manifiesta como Angustia o Ansiedad y consiste en un despecho profundo por no poseer o temer perder lo que amamos, sea lo que sea. Sin embargo, no existe un deseo de muerte en sí mismo. En resumen, los actos humanos no están guiados por motivos racionales sino por el empuje libidinal natural, así que la máxima conclusión de esta parte uno es que: EL SER HUMANO NO ES RACIONAL No somos racionales sino inevitablemente libidinales o pasionales.All Rights Reserved