La depresión no tiene cura, simplemente aprendes a vivir con ella. Un joven alegre de quince años perdería la sonrisa tras la trágica muerte de su padre, a tan corta edad comienza a conocer la depresión en carne propia, desde perder los ánimos para realizar cualquier cosa hasta tener la autoestima destruida, toda su experiencia de cuatro años contada en un diario. Un día simplemente olvidaste sonreír y se te volvió costumbre.
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