[Año 1998, ciudad de Santiago de Chile]. La vida se ensañó en mostrarle en quiénes no podía confiar, y tan solo su pequeño hijo, daba a Manuel una tenue luz de esperanza, y la fortaleza de luchar contra una sociedad que les miraba en menos por causa del padecimiento de su pequeño hijo.
Era un hombre amargo, distante y vacío; la huella de aquella terrible mujer le había reseco el corazón, y arrancado el alma.
Sin embargo, un castigo le es aplicado por su mala gestión como director de un establecimiento, y para Manuel, aquello significaría el paso a una nueva vida.
Miguel Prado, un hombre de treinta y dos años, y profesor diferencial, se encargará de mostrarle que aunque muchas veces tengamos el corazón marchito, siempre existe la posibilidad de seguir en la lucha por alguna razón, y si aquella no existe, entonces la inventamos.
Por el amor a los hijos, por el amor propio, por el amor a vivir; Manuel encontrará en Miguel, aquello que nunca creyó encontrar, y con ello, ambos construirán un porvenir lleno de esperanza y humanidad para el factor en común que tienen.
Donde una chica entra a los juegos más peligrosos de corea y trata de pararlos junto a uno de los viejos amigos de su padre y se reencuentra con su ex dentro de los juegos.