Él me enseñó muchas cosas. Que a veces podemos encontrar al amor en los lugares menos esperados, que aunque trates de ocultar tus sentimientos siguen estando ahí, no se van a ir y es mejor luchar para ser feliz que ver como la vida pasa delante tuyo, sin que puedas hacer nada para impedirlo. Que a pesar de todo, cada momento que vivimos nos ayuda a llegar a lo que somos hoy. Pero sobre todo me enseño, que verme triunfar también es parte de sus sueños, aunque él no forme parte de ese triunfo. No creo ni que pueda imaginar lo mucho que me cuesta olvidar que fue todo en mi vida, pero algunas personas llegan e iluminan y otras te llenan de dolor. Para mí desgracia el trajo ambas cosas a mi vida. Alguna vez escucharon esa frase que dice: "Ámame u ódiame, en cualquiera que decidas yo voy a salir beneficiado, ya que si me amas voy a estar siempre en tu corazón y si me odias no vas a poder sacarme de tu cabeza". Lo que él no sabe es que tiene la suerte de estar en las dos. Nunca me habia enamorado, tomé esa decisión, supongo, que para cuidar mi corazón porque mientras más gente entre en tu vida son más las personas que pueden irse, dejándote con ese sentimiento de que nunca fuiste suficiente. Todo esto cambió cuando me vió. De una manera hasta ese entonces desconocida para mí. Él, un chico pelinegro de ojos azules que dio un giro totalmente inesperado en mi vida. -No te vas a liberar tan fácilmente de mi, pecas.- dijo él mientras tomaba mi brazo y me giraba haciendo que nuestras caras queden a escasos centímetros. -Basta Dylan, por una vez en la vida hagamos lo correcto. -Lo que pasa ahora Sky,-dijo mirando fijamente mis labios.- es que estoy cansado de hacer lo correcto. Acto seguido junto su rostro con el mio, posando sus labios con los míos. Disfrutando de ese beso que los dos tanto deseábamos. Disfrutando, del beso prohibido.