Si le preguntaran a Gèrard Rodríguez y Anne Lukin que año fue el que marcó sus vidas, ambos te responderían que el 2009. Uno a través de una llamada de teléfono que nunca debería haber contestado, y la otra porque tuvo que escuchar una noticia cara a cara. Él se pasó media vida fantaseando sobre como sería cruzarse un día cara a cara con esa persona que sabe que tuvo que dejar ir a alguien querido, y cuando finalmente lo hace, no sabe quien es. Y ella tampoco, pero siente que le conoce toda la vida. Las palabras son fútiles, y el tiempo también, y darse cuenta de que están conectados mucho más allá de lo que piensan es lo único capaz de demostrárselo.
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