INTRODUCCIÓN No me acuerdo como la conocí. Era morena, alta, demasiado diría yo. Hubo algo en ella que me llamaba la atención cada vez que la veía, bueno, en verdad eran varias cosas, lo primero sus ojos, grises, siempre parecían cansados, como si llevase horas fija en una pantalla, aunque a veces había en ellos un brillo muy especial, como si estuviesen a punto de desbordarse; después, un lunar oscuro que resaltaba en sus labios (dicen que los lunares salen en el sitio que más te besaron en tu vida anterior, y ella los tenía en lugares muy sencillos, los labios, el cuello...) pero detrás de tanta sencillez ocultaba algo. Realmente, era preciosa. No sabría decir por qué.