Story cover for el muro que nos separa (TsukixDia) by KaysaKurohara
el muro que nos separa (TsukixDia)
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Ongoing, First published Jun 27, 2020
Mature
Ella era un general de la Alemania Nazi, muy temida y respetada por todos sus tenientes y por el mismísimo Führer, su cabello negro como el carbón y ojos amatistas medio rasgados la hacían resaltar, además de su impecable uso de la katana y las armas Italianas, de familia japonesa, criada en Italia desde pequeña, con un alto orden por la justicia y el honor, un día durante sus rondines se encuentra con un par de hermanas que estaban corriendo, extraño debido a que ellas tenían rasgos asiáticos, la mayor de las hermanas la observaba fijamente temblando mientras la miraba de forma severa protegiendo a la menor con sus brazos y cuerpo, la chica mayor tenía una cabellera negra al igual que ella pero sus ojos eran de un color acua hipnóticos, como si de dos jades se tratasen, la otra era una niña con el cabello rojo atado a dos colas con el mismo color de ojos de la mayor, no entendía su miedo hasta que vió la maldita estrella dorada en sus sacos de vestir...

¿Podrá el amor superar el muro entre razas o las llamas de la guerra acabarán matando ese amor floreciente?

{Contenido para adultos, puede incluir violencia y lenguaje vulgar más que nada}

Los personajes de Love Live no me pertenecen, ellas pertenecen a Sunrise y a sus respectivos creadores
Creative Commons (CC) Attribution
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~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~~•~•~•~•~•~•~• Cuanto más miraba aquellos ojos hipnóticos, más sentía que aquella noche iba a ser mi última. Esos ojos, un remolino de colores imposibles, parecían susurrarme promesas de muerte y desolación, y al mismo tiempo, me retenían en un abismo del que no quería escapar. En cada destello de su mirada había algo inhumano, un vacío cruel, como si en su interior no quedara ni rastro de compasión o empatía. Sin embargo, sus acciones, calculadas y gráciles, hablaban de algo más. Aunque había arrebatado la vida de mi familia, sus movimientos no mostraban odio ni ira. Todo en él era calma, perfección, una obra de arte de crueldad exquisita. Él era el pecado más hermoso que jamás había visto. Su figura, bañada en el pálido resplandor de la luna, parecía esculpida por manos divinas, pero cargaba consigo el peso de un infierno del que nadie podía escapar. Su cabello, dorado como el amanecer, brillaba con un resplandor casi celestial, en contraste con la frialdad absoluta de su piel, blanca como la nieve que nos rodeaba. Era un cuadro viviente, una paradoja aterradora: la muerte envuelta en la belleza más pura. ~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•