36 Partes Continúa Artemisa había dejado de preguntarse el por qué sus ojos son distintos a sus bufones, llego un momento en el que dejo de sentir, dejo de llorar y temer a aquel titiritero que le gustaba jugar con sus bufones. Llego a perder la esperanza, aquello que en el circo solo se pintaba a el delirar sobre aquello que hubieran deseado en sus vidas y no pudo ser. Lo que no sabia Artemisa es que le esperaba un gran camino por delante, un camino con dolor, un dolor el cual estaba familiarizanda, pero aquel dolor lo sobrellevaria con aquellos que podrían dar su vida misma por verla sonreír, por ver sus ojos brillar más haya de aquel circo el cual la tuvo cautivada por aquellos ojos que la delatavan, aquellos ojos los cuales eran capaces de sanar a aquellos que tenían dolor, pero a sí mismo aquellos ojos la delatavan con aquellos que masacraban a su linaje, un linaje de los recipientes de la luna los cuales solo tendrían que cumplir con su objetivo: obsequiar su vida misma para la sanidad de quien le arrebata la vida.