Perth y Poy trabajaban en un caso de Prostitución. Se hacían pasar por dos guardaespaldas. El caso estaba bastante avanzado, pero algo surgió. La doña Porpla, dueña de el local les dió un ascenso, podrían dar con el cabecilla de esa trata, una oportunidad que no se podía desperdiciar. En un mal giro, las cosas cambiaron de rumbo.
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