Los planes para la celebración del vigésimo primer cumpleaños de Yoo Jeongyeon eran grandes. Enormes, pero jamás se hubiera imaginado despertar en el suelo de un baño con una resaca que competía con la peste negra, un semidesnudo y muy atractivo hombre tatuado y un diamante en su dedo lo suficientemente grande como para asustar a King Kong. Si solo pudiese recordar como sucedió... Una cosa si era cierta, estar casada con el hijo predilecto del K-pop será un peso salvaje. Adaptación, todos los créditos a la autora original.