Nada es lo que parece. Nadie es lo que parece.
Detrás del personaje del que nos vestimos para salir cada día a la escena de nuestra vida, se esconden miles de facetas, cientos de miserias, docenas de prejuicios y otras tantas frustraciones, que tapamos mostrando vidas casi perfectas.
Mariana y Pedro no son ajenos a esa imperfección que nos hace humanos, ellos cada día viven atrapados en el personaje que les queda cómodo (a ellos) y a los ojos del mundo... pero aunque lo nieguen, ni ellos ni nadie puede escapar a esa pulsión instintiva de ser ellos mismos. Dos seres imperfectos, miserables, oscuros, vulnerables a las sensaciones más primitivas del ser humano.
Cada uno batalla con sus propios demonios, en una ciudad que los vuelve cada vez más hostiles a mostrarse tal cual son.
Desde la imperfección de sus miserias viven cada día cargando con sus vidas robadas, esas que esconden, esas que niegan, esas que incluso ellos mismos repudian pero de las que no pueden escapar porque son su verdadera naturaleza.
¿Qué puede unir a dos seres más que el compañerismo, la empatía, o el amor?
El odio, el deseo y la irrefrenable necesidad de compartir esa naturaleza vital que encierran las vidas robadas que no mostramos.
Cuando la desnudez no sólo alcanza a los cuerpos... sino también a la parte oscura del alma, se llega al máximo estado de complicidad, y quizá ese, es el estadío más álgido del amor.
La soledad, la supervivencia y la pobreza convirtieron a Maddison en una hábil ladronzuela capaz de realizar el más sutil, silencioso e inadvertido hurto. Ella no tiene apellido, título, ni padres y aun así consigue alimentar al pequeño Nico, el cual cuida como un hermano.
Pero a pesar de su talento y buenos negocios en el mercado negro, la escasez de provisiones y la llegada del invierno apremia el reino. La subida al trono del monarca Joseph VI ciento treinta años atrás tendió un manto de terror y la locura lo llevó a realizar las más atroces acciones.
Actualmente, la sociedad y la clase baja se ahogan entre la basura, la enfermedad y la necesidad.
Entonces los ricos se hacen más ricos.
Los humanos débiles y portadores, son eliminados.
La enfermedad acecha a cada individuo.
Y la avaricia se convierte en un virus difícil de matar.