Poco a poco, y cada vez más, Assha, o como la llaman la mayoría, la Tierra, era consumida por las llamas de Gusse, el Infierno, y cada vez había más y más demonios para exorcizar.
Por eso existimos nosotros, los exorcistas. Nuestra comunidad se llama Lorelei. En resumen, que a todos esos a quienes llamáis curas, monjes, etcétera, todos ellos o al menos la mayoría, son exorcistas. También están los que, como yo, no somos ni curas ni monjes, ni monjas ni sacerdotisas, ni nada. Simplemente hemos sido acogidos por ellos después de que un demonio hiriese nuestra alma, y solo los que hemos sido heridos en el alma por un demonio los podemos ver. También hay otras excepciones, los que son medio demonios. Ellos son los que tienen un padre demonio y una madre humana, al menos la mayoría de casos. Por cierto, la mayoría o prácticamente todos los exorcistas hemos tenido una trágica historia, la cual se ha convertido en nuestro motivo para seguir exorcizando a esos malditos demonios.
Mi historia es la siguiente.