Cuando nos estuvimos conociendo te pregunté por el olor de tu felicidad, me dijiste que no tenías y me respondiste devolviendo la pregunta, te conteste diciendo que eran las crispetas con caramelo. Largo tiempo después, guiándome por tus actitudes, tu apodo fue caramelo, creo que inconscientemente te llamaba así por ser el motivo de mi felicidad, y por mi tonto espíritu sentimental, aguardo con esperanza el momento en que me digas que yo soy tus crispetas . -Este escrito es netamente mío, está prohibida su copia o adaptación- L. Naranjo.All Rights Reserved
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