El mundo vive a base de deseos. Deseos egoístas en su mayoría. Y por ende, estrellas y fuentes mágicas padecen una alta demanda de pedidos día con día. Emma decepcionada de gastar sus monedas, cansada de rezarle a las estrellas en el firmamento nocturno, decide confiarle su más íntimo y egoísta deseo a una pequeña e insulsa flor. Una pequeña hada que viste de blanco y amarillo en ocasiones, anhelante de que una sola persona la recuerde. Y aunque Emma la recuerda por mera casualidad, aquella flor se decide a cumplir su deseo al menos antes que ella muera. "¿Lo harás por mí, dulce panadero?"