Una silueta de gran tamaño por lo aires llamó la atención de una chica en particular. Ya había visto esa silueta antes, y no dudaría en seguirla. Corría con todas sus fuerzas, hasta el punto de adentrarse a un bosque oscuro y finalmente, perder de vista aquella silueta blanca para después perderse entre la oscuridad. Simplemente quería llorar, sin embargo, se armó de valor y comenzó a caminar cuidadosamente. "Tal vez encuentre luz para volver", pensaba. Y como si por obra de magia hubiese sido, detrás de unos árboles acompañados de unos grandes arbustos comenzó a reflejarse la luz soleada. Sana no dudó en acercarse para así, regresar al campo. Sin embargo, una escena en especial la perturbó. Un gran rugido la tomó por sorpresa, el rugido era sumamente fuerte y feroz, hasta el punto de que podía sentir como la masticaban. Lo lógico que podría hacer era simplemente alejarse de ahí, sin embargo, era lo suficiente tonta como para no hacerlo y hacer caso a su curiosidad. Cubriéndose detrás de los arbustos y con cierto cuidado a no ser descubierta, comienza a inspeccionar el lugar. Era un río, sus aguas cristalinas. Repleto de flores, pájaros, ardillas, animales tiernos y pequeños. Era un paraíso. Sin embargo, un ser había llamado su atención rápidamente. Un gran dragón se asomaba por los árboles, miraba algo dentro del agua. Sana solamente pensaba en lo hermoso y tenebroso que era, le daban escalofríos. Sus ojos eran azules y sus escamas blancas como el hielo, tanto que podrían resplandecer. Podía notar lo grande que era y que, probablemente era del tamaño del bosque. Su complexión era parecida a la de una serpiente. Algo en el agua comenzó a asomarse, un rostro. Los ojos del bello dragón resplandecieron. >> -¿Estás bien? -pregunta la chica peli naranja. Aquella rubia, empapada y agotada, no respondía. Se limitaba a seguir tosiendo y extrayendo el agua que estaba dentro de su delgado y fino cuerpo. Sana no deja
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