Mientras los niños suelen soñar con ser doctores o astronautas, Madara quería ser como su héroe la gran deidad de las tormentas Susanoo. A los 9 años su bisabuelo Indra le enseñó el arte de la cetrería y supo que eso era lo más cercano que estaría de matar un dragón de ocho cabezas. Y decidió volverse un cazador. Ahora, a sus 26 años se encuentra al borde de la bancarrota con un aviario que no puede permitirse perder. Además no tiene la capacidad para trabajar en una oficina. Su única opción, volverse la ama de casa de Hashirama Senju.