- Síganme, y este calor que ahora sienten será eterno. - aseguró con mucha confianza. - no tendrán que vivir en esta decadencia y todo aquello que deseen, les será otorgado. Las bestias soltaron un rugido, y lo próximo que se escuchó fueron sonidos semejantes a las alabanzas dirigidas a alguien que era un libertador. Con esos rugidos que llenaban sus oídos, volvió a cerrar sus ojos la luz se tornó enceguecedora, y con ella envolvió a cada bestia habida en la tierra, como una manera burlona a su destierro subió lo más alto que sus alas dieron, dejo de ondearlas, y se dejó caer como peso muerto hacia tierra de nuevo.
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