Es mentirosa, impulsiva, desordenada, vulgar, impuntual, escandalosa, poco disimulada, nada exigente, inmadura, fiestera, bebedora, celosa, posesiva, agresiva... es...es nada más ni nada menos que Nathalia.
Mi vida fue muy tranquila a pesar de mis malos recuerdos, siempre me dedique a ser lo mejor para mis padres, siempre fui la niña inocente, tranquila, aplicada, humilde, puntual, cariñosa, educada, colaboradora, eso era... era la dulce de Helena.
El destino nos juntó en el peor momento... o quizás en el mejor.
Lo nuestro fue un fuego a escondidas, una atracción imposible de controlar, mientras el mundo a nuestro alrededor exigía silencio. Pero todo cambio cuando una tercera persona entro en escena y convirtió lo que parecía un amor secreto en un infierno emocional.
¿Hasta dónde se puede amar cuando todo está en contra? ¿Puede el amor sobrevivir a la traición, la culpa y la presión social?
Una historia valiente, cruda y hermosa sobre lo que significa amar con el alma rota, luchar por una persona, y luchar por quien te eligió sobre todas las cosas.
-Si me hubieran preguntado si daría todo por ella, jamás hubiera imaginado que la única respuesta seria si.
Hanna Elowen tenía una vida que se movía tan rápido como ella: tochito bandera, jugadas perfectas, adrenalina pura y un futuro brillante corriendo a su lado.
Hasta que una lesión- inesperada, cruel- la detuvo de golpe.
Ahora su mundo es más pequeño.
Una silla de ruedas, muletas, una gata emperatriz llamada Nieve, maratones de Harry Potter y la sensación constante de que todo lo que fue... quedó demasiado lejos.
Ella ya no corre.
Ya no compite.
A veces, ni siquiera se atreve a sentir.
Hasta que suena el teléfono.
Es su tío Steve: Head Coach de los New England Kings, fuerza de la naturaleza, experto en gritar, llorar y amar con la misma intensidad.
Y tiene una propuesta imposible: mudarse a Nueva Inglaterra para ser su asistente.
Hanna no está lista para estadios, ni para jugadores gigantes, ni para madrugadas a las cinco de la mañana.
Pero tampoco está lista para seguir rota.
Así que acepta.
Lo que no esperaba era él.
Noah Blackford.
Quarterback estrella.
Favorito de la prensa.
La sonrisa más peligrosa de la AFC.
Y una mirada tan suave que desarma cada una de las paredes que Hanna construyó alrededor de su dolor.
Noah la ve.
Incluso cuando ella misma no sabe cómo hacerlo.
La acompaña, la cuida sin invadir, la escucha cuando su voz tiembla y le recuerda -sin decirlo- que su vida no terminó en esa cancha.
Entre sesiones tácticas, sillas de ruedas que chocan con casilleros, jerseys mal doblados, caídas torpes, atajos emocionales y un quarterback que huele a lluvia y seguridad...
Hanna empieza a descubrir algo que había olvidado: Que aún tiene corazón.
Y late fuerte.
Pero enamorarse nunca fue parte del plan.
Y sanar tampoco.
Eso es lo hermoso -y lo aterrador- de un verdadero fumble: a veces perder la jugada te lleva directo a aquello que nunca supiste que necesitabas.
Con o sin casco.
Con o sin miedo.
Con una mano temblando sobre la rodillera y otra aferrada a un quarterback que la mira como si fuera magia.