Después de un año, decidí volver a mi pueblo, yo ya no era la misma Judit de antes, mi experiencia me convirtió en otra persona, una a la que la vida ya no le importaba el que dirán.
Cuando mis padres vieron mi cambio, no podían creer que su hija era quien estaba frente a ellos, hace un año exactamente, vieron subir al autobús a una joven que vestía de manera modesta, con una naturalidad juvenil. Pero no fue lo que ellos vieron.
Lo que ahora veían, era a otra chica, yo ya no era la típica joven de pueblo tímida y recatada, ellos lo notaron cuando vieron mi mini falda y mi blusa descotada, y mis altos tacones.
Mi madre corrió a mí, no para abrazarme si no para cubrirme con una manta, mi padre aún seguía sin comprender mi repentino cambio, ellos no sabían este era mi verdadero yo.
Mi pequeño hermano, también se impresiono al verme, de esa manera. A decir verdad ya estaba cansada de vivir atrapada por las miradas inquisidoras de ese pueblo, y de sentirme siempre vigilada, ya no me importaba lo que dijeran de mí. Yo, ya no era la misma Judit que ellos conocían, en realidad, ellos nunca conocerán a la verdadera Judit. Una Judit nueva y diferente.
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Se requiere discreción
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.