De pequeño, Derek Wood al verse ahogado por recuerdos y soledad, arrinconado por el propio peso de sus turbulentos anhelos, hizo un juramento.
Con su corazón saturado de un deseo repentino, que parecía ser algo efímero, pero que resultó no siendo su eterna condena, él juró que Adalia Blake sería suya.
El vaivén de aquella mirada azul mar, así como el sabor fresa de sus labios, incluso, el suave caminar de aquellas piernas casi completamente desprovistas de músculo, serían suyos, cada parte de ella se fundiría en él por siempre, así lo había jurado.
Con el transcurso de los años, aquel niño transformado en un hombre dotado de un encanto esplendoroso, con la mente llena de malicia y una enfermiza obsesión ocupando cada rincón de los pasillos de su alma, intentaría cumplir a toda costa aquel viejo juramento, cayendo en el recóndito abismo de un amor obsesivo y sofocante, un amor corrosivo, que le conduciría a romper la delgada línea entre la locura y la cordura.
Derek Wood jamás había amado, ella abriría las llaves de su corazón y sin siquiera percatarse, se conducirá a sí misma a un lugar lleno de unas llamas intensas que acabarían transformandola en cenizas, porque la única manera que él conocía de amar, era destruyendo.
Él era el infierno, y ella iba a arder.
"Te romperé tanto que perderás las piezas de tu propio corazón. El vacío te conducirá a buscarme entre la oscuridad en la que te he estado esperando por una decada. Te despojaré de ti misma, me fundiré en tu piel hasta mi último aliento, eres la primera, eres la única; moriré en tu pecho, me perderé en el relieve de tu cuerpo, me ahogaré en el mar de tus ojos, no me permitas nadar, anhelo hundirme allí, mi único anhelo es ahogarme en ti".
¿Hasta que punto puede extremarse la locura de un obsesionado?
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