Gabriella estaba de vuelta en su país, pero no precisamente en su estado natal ni en su casa. Ahora vivía en un internado en las entrañas de un bosque en Carolina del Norte. Su vida allí nunca se torna monótona, ya que desde un principio convive con viejos y nuevos amigos. Pero las cosas se empiezan a poner interesantes cuando ella y Hayes Grier -el chico de los ojos de hielo- se dan cuenta que desarrollan el mismo interés por el ala restringida del internado. ¿Y si su mundo se viniera abajo por seguir los impulsos de la curiosidad?