El pueblo siempre fue muy tranquilo. Las personas estaban siempre concentradas en sus asuntos, sin mirar el qué hacían los otros. Con la vista puesta en cuidar de los suyos, y cuidar de ellos mismos. Una comunidad pacífica, normal, igual. Donde las agresiones al prójimo eran pagadas con severos castigos, donde no existía la guerra, y mucho menos las armas. El pueblo era Paz, y creo que eso fue lo que llamó su atención. Ella, tan santificada y gloriosa, tan tranquila y pedida, que se quedaba con nosotros mientras la hiciéramos con el prójimo. Lo bueno siempre viene, o mejor dicho, siempre está acompañado de lo malo. Y ese fue nuestro mayor error; Creer que todo podía llegar a ser bueno. Desde su llegada, todos nos arrepentimos de no haber tenido armas para defendernos. Porque la palabra de Dios No te protege de los demonios… y mucho menos si puedes verlos, saludarlos y no darte cuenta cuando los dejas entrar en Tu pueblo… de Paz.All Rights Reserved
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