Cuando descorchas una botella de vino no solo dejas al descubierto aromas y ayudas a suavizar los taninos, sino que también estarás haciendo que aparezca este sentimiento. Siempre que hagamos un consumo moderado del mismo, los diferentes ingredientes de los que todo vino está hecho provocará que nuestro cerebro libere serotonina y dopamina, dos neurotransmisores cuyo último fin será la felicidad y la alegría. Ejemplos de esta alegría pueden ser la de catar aquel vino que tantas ganas tenías de degustar o la alegría de que un fabuloso maridaje esté aún más sabroso junto con una copa de tu vino favorito. Cada persona es diferente de la misma manera que cada vino también lo es. A la hora de catarlo, florecerán diferentes sensaciones en cada uno de nosotros por lo que habrá que encontrar las palabras adecuadas para describir a los demás todas estas sensaciones, ya que un vino, puede hacer que sientas placer, nostalgia o un sinfín de sentimientos en mayor o menor medida. -- Anónimo ~Derechos al autor (desconocido)~