Minho veía el atardecer por el balcón del departamento, sonrió con nostalgia sintiendo unas ganas inmensas de llorar pero no lo haría, sabía que a ella no le gustaría verlo así. -Minho...-escuchó detrás de él una dulce voz, sus ojos se abrieron de la impresión y al voltear, la chica le sonreía dulcemente. -Quédate, pequeño monstruo...-sonrió sintiendo finalmente las lágrimas caer por sus mejillas