«Los yerros propios del mundo imposibilitaban la validez de su inocencia.» En un pueblo ajeno a la oscuridad de la sangre, donde sus habitantes estaban acostumbrados a dramas irrelevantes y eran fieles devotos al chusmerío, el homicidio de aquel que creían panadero estuvo en boca de todos por mucho tiempo. Conjunta e inesperadamente sucedió la desaparición de una joven soñadora, cuya ausencia se vió eclipsada ante el asesinato acontecido en el bar de Santros aquel 17 de noviembre. Así es como una agonista negada a perder a su hermana, decide hacer el trabajo de la policía corrupta e inútil de su pueblo, llevando a cabo una investigación repleta de secretos, mentiras y amores que no sabrá manejar. Sin saberlo, aquella pequeña comunidad se estaba por enfrentar al chisme más oscuro de la historia de Santros. Y Levy iba a ser su portavoz.