El paraíso está dividido en dos partes: en el hermoso jardín vivían los ángeles, seres creados a semejanza de su rey, mientras que del otro lado se encuentran los suburbios, la enorme cuidad de los demonios y ángeles caídos que eran enviados allí a pagar por sus pecados. Había cierto demonio rebelde e incorregible al que le gustaba colarse al otro lado e ir siempre al mismo lago sin ser descubierto por nadie, hasta que un día conoció al más puro de los ángeles y quedó cautivado por completo.