Las palabras pueden doler más que los golpes, más aún cuando son directas del corazón, pero no son pensadas por el cerebro. Las palabras pueden envenenar a una persona y matarla lentamente por dentro, como si en verdad se tratase de veneno. Pero las heridas cicatrizan y el corazón con el tiempo puede cambiar. La sombra del pasado uno tiene que aprender a afrontar y así por fin las heridas podrán sanar. Los personajes no son míos, créditos a su respectivo autor Kohei Horikoshi .
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