Alicia y Abraham son mejores amigos desde siempre, se conocieron en tercer grado de primaria cuando la familia de el se mudó a la ciudad, hicieron buena pareja desde el primer momento, buenos amigos toda su vida, juntos en todas las situaciones, alegrías tristezas y enojos.
Luego, cuando tenían la edad prudente y tras demasiados intentos amorosos con otras personas, su corazón y cabeza se iluminaron, debían estar juntos, dar el paso y dejar atrás la amistad e iniciar una relación. Todo fue un torbellino, claro que tenía sentido que estaban enamorados el uno del otro, pero el cambio fue difícil, no fue como lo pintan en los libros o las películas, existía la incomodidad inicial de una relación nueva pese a que se conocían a la perfección. No siempre fue la relación perfecta, tenían sus altas y bajas, terminaron en dos ocasiones, no más de un día duro la ruptura. Ninguna discusión fue tan fuerte o problema tan complicado que no tuviera solución, lo hicieron funcionar.
Entonces él estaba listo para tener hijos y ella no. Todo se acabó pero ninguno de los dos estaba dispuesto a aceptar lo que era obvio.
Ella conoció a alguien más y se enamoró, no dejo a Abraham, sentía culpa por cosas que ni siquiera estaban sucediendo, pero su relación platónica no estaba siendo tan platónica.