ELLA: Desde pequeña mi madre me decía que era la hija de un demonio y después que mi hermano mayor muriera por mi culpa, le creí. Desde entonces viví creyendo que me merecía todo lo malo que me pasaba, acepte existir encadenada por los caprichos de un hombre y no ser tratada como una persona, pero desde que tengo algo importante para mí, no me importa ser considerada un demonio si puedo proteger mi tesoro. EL: Cuando mi mirada se cruzo con la de esa chica de cabello rosado y ojos tristes, me perdí, nunca tuve tanto deseos de proteger una mujer, verla sola y desamparada bajo la lluvia mientras suplicaba ayuda, despertó algo en mi que creí muerto. Ahora, sin importa que, nunca la dejaré ir.