Este no es el tipo de historia de la cual se escribe, pues empieza con un ataúd de pino barato barnizado en color nogal con apenas unas pocas flores de utilería alrededor y en medio de una habitación casi vacía, el único asistente al evento funerario, además del personal de organización, fue un hombre joven que asistió solo a despedirse del difunto y ni siquiera se tomó la molestia de vestir de luto, no había nadie a quien saludar o dar el pésame, así que solo se acercó al ataúd cerrado, dijo un par de palabras y se retiró.
Pero si este no es el tipo de historia de la que comúnmente se escribe, entonces ¿Qué hago yo aquí escribiendo? Y lo más importante ¿Qué hace usted ahí leyendo?
Bueno, busquemos juntos esa historia de la que sí vale la pena escribir o entendamos porque se escribió esta.
Para hacer eso debemos retroceder un poco en el tiempo, quizá diez años bastaran...