Bianca y Fabián tuvieron historia, hubo romance, primeras veces y una que otra discusión, pero como cada historia tuvo su final. Cada uno tomó un camino diferente y eso dolió, mucho más de lo que los dos pensaban que dolería, pero lo superaron.
Bianca se volvió a enamorar, parecía toda una película, el chico aventurero y mujeriego que conoce a la chica correcta que lo hace querer cambia y ser mejor. Todo un cliché. Solo que tuvo un final diferente al de las películas, uno con el que Bianca estaba lidiando cuando él regresó, el amor de su adolescencia y el único hombre, hasta el momento, que había roto su corazón.
Fabián esta vez no tenía la intención de irse, quería quedarse y reconquistar a Bianca, pero también quería mostrarle todo lo que ella había abandonado, lo que dejó atrás, quería recordarle todo los sueños y planes que ella tenía. Lo que la hacia feliz y sentirse viva, lo que ella más amaba hacer: escribir.
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Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.