Helena se encontró a sí misma a la orilla de una extraña isla, con la mente en blanco y el sabor del agua salada en su garganta. Todo lo que puede recordar, son gritos horrorizados que la persiguen en sus sueños. Todo lo que ve, son varios pares de ojos ocultos dentro de una densa niebla, observándola en todo momento. Y todo lo que sabe, es que si quiere salir de ahí, tendrá que encontrar los recuerdos perdidos en su mente, y las perturbadoras respuestas escondidas en ese lugar.