Llevaba al menos una hora leyendo lo que identificó como su diario sorprendiéndose con las cosas que se encontraban ahí escritas; desde anécdotas graciosas, bonitos recortes, secretos íntimos y poemas quizás nunca dichos, pero entre líneas y pasadas de páginas había algo que no daba cabida en su cabeza; y eso llevaba los nombres de Ladybug y Chat Noir.