Cuando la inseguridad y las ganas de ser amada se comieron mi alma, estuve tan desprotegida que no pude hacer otra cosa que buscar un cable a tierra, algo que me hiciese sentir que si valía. La inseguridad me llevó de error en error, hasta que ya no pude volver atrás. ¿Mi último error? Esperar una mano piadosa y no la violencia sádica de cómo se esparció mi sangre en aquel suelo.