- Papá, ¿puedes contarnos una historia de sirenas? - llegó gritando una pelirroja acompañada de su pequeño hermano Jack, quien a duras penas podía seguirle el paso a la hiperactiva niña. - ¡No! Mejor de piratas - pronunció Jack haciendo un puchero mientras se cruzaba de brazos. Sam se puso de rodillas hasta quedar a la altura de sus hijos, quienes lo miraban expectantes con los ojos abiertos como platos en espera de la historia que creían haber conseguido. En cambio, Sam rió divertido al ver la curiosidad plasmada en los ojos de los niños. - Yo no tengo buenas historias, pequeños. Pero pueden preguntarle al tío Dean - revolvió los cabellos de cada uno mientras estos hacían un puchero como reproche, sin embargo, el enojo no les duró demasiado pues salieron disparados hacia la casa de su tío.